El 90% de todas las fresas frescas de EE.UU. se cultivan aquí mismo, en California. El clima templado y mediterráneo de la Costa Central permite que el cultivo prospere, dando lugar a una industria de 3.200 millones de dólares . Miriam y Donna Olivera, propietarias de Hijas de la Fresa, lo saben tan bien como cualquiera. Donna explica el nombre como una forma de mantener un legado familiar: "Mi hermana y yo crecimos con unos padres que invirtieron gran parte de su tiempo en el negocio de la fresa... somos hijas de nuestros padres, pero también hijas de este negocio."
"Somos producto de la fresa, y estamos marcados por su historia y su futuro", añade Miriam.
Empezaron su negocio en 2021, después de que su padre falleciera de COVID-19. Sus padres habían cultivado durante más de 30 años. Inicialmente emigraron con los cultivos por todo el estado, y después de experimentar con calabacines y tomates, se establecieron en el cultivo de fresas cerca de Santa María. Se describen a sí mismos como "adyacentes al negocio agrícola", viendo a sus padres desarrollar prácticas agrícolas y ayudando los fines de semana.
"Nuestro padre fue una persona muy importante en nuestras vidas. Y en honor a él, el hecho de que nuestro negocio naciera de esa tragedia y de ese dolor, intentamos honrarlo también", dice Donna. La decisión de crear su propio negocio la tomaron en la misma semana, mientras lloraban a su padre y la pérdida de su comunidad. "Una de las primeras cosas que dije a nuestros empleados fue: 'Habéis visto a mi padre más que yo. Habéis pasado más tiempo con mi padre que yo'. La gente que se quedó con nosotros, que podría haberse ido a otro sitio... se han convertido en parte integrante de nuestra comunidad".
La palabra legado perdura en el trasfondo de nuestra entrevista de hora y media: su legado familiar, que se remonta a Oaxaca (México), su legado dentro de la comunidad de Santa María, su compromiso con el medio ambiente y el legado general de las agricultoras pertenecientes a minorías que crean empresas familiares de éxito.
La agricultura, por naturaleza, es una empresa comunitaria y su comunidad es una fuente de orgullo para los Olivera. Familiares, vecinos e incluso vendedores ofrecen su apoyo, dan consejos y siguen dando un paso adelante de forma inesperada. Miriam describe una "nueva comunidad", definida por personas que se lo han jugado todo, que no sólo son responsables de su propio sustento, sino también del de sus familias.
"Hemos sido muy afortunados", dice Donna. "Nuestra [familia] ha forjado muchas relaciones... tías, tíos, primos, vecinos. Su ayuda ha sido inestimable. Nos han prestado sus equipos, nos han hecho ciertos trabajos que no podíamos hacer, y han dado un paso adelante que no esperábamos."
"Formamos parte de un legado más amplio de la historia de California", afirma Miriam. "También formamos parte de la tendencia creciente de mujeres jóvenes que se dedican a la agricultura. Y cuando se nos toma en serio, es en serio y la gente habla admirablemente de mujeres que han demostrado que pueden superarse."
Antes de trabajar en Hijas de la Fresa, Donna se dedicó al activismo laboral en la universidad y Miriam estudió Ciencias del Suelo. Sus trayectorias profesionales se combinan para aportar una gran riqueza de conocimientos a sus prácticas empresariales. Mientras Donna está en el campo de cinco de la mañana a ocho de la tarde, Miriam supervisa los detalles críticos del día a día: finanzas, decisiones urgentes, prácticas medioambientales y mucho más.
"Uno de mis objetivos para el programa Resilerator era en realidad poder entender mejor lo que hace Miriam", explica Donna. "Esa curiosidad era también de ver a mi hermana tener esa carga de conocimiento de nuestros préstamos y deudas. Uno de mis objetivos era saber cuál era nuestra situación financiera. El curso me permitió ponerme el sombrero de los negocios".
"Nos invitaron a asistir a una conferencia virtual de agricultores latinos y alguien mencionó FarmLink y los posibles programas", explica Miriam. "Años antes, una de las razones por las que no me involucré más en el negocio de mis padres es porque me parecía abrumador. Sentí que tener alguna orientación realmente nos ayudaría a desglosar lo que estamos haciendo."
Con el deseo de perfeccionar sus conocimientos financieros y organizativos, las hermanas también mejoraron su comprensión de las sutilezas de los contratos, las previsiones de tesorería y las políticas y normativas pertinentes, todo ello centrándose en la fijación de objetivos y la superación de retos. La estructura de cohortes unidas del Resilerator se ve reforzada por la incorporación de clases impartidas por otros agricultores y contratistas. El curso está diseñado para fomentar la comunidad y la solidaridad entre generaciones de agricultores y promover un banco de conocimientos que los asistentes puedan aprovechar mucho tiempo después: entre ellos, con la asistencia personalizada del personal de FarmLink y a través de cursos adicionales.
"Algunos de los agricultores que conocimos eran más pequeños o más grandes y podían hacer ciertas cosas, como cultivar varias cosechas. Comprender lo difícil que es eso y ver el otro lado de ciertas cosas sin tener que experimentarlo nosotros mismos, y si es algo que queremos hacer nosotros mismos, también forma parte de ello", dice Miriam. "Es hacerse una idea más completa de lo que es la agricultura, no sólo hoy, sino también a largo plazo".
Cuando se le pregunta por el largo plazo, Donna es directa: "Quiero acceso a la tierra. 20 acres, eso es todo lo que pido", se ríe. "El campo, creo, estableció ciertas cosas para mí. No queremos ponernos en una posición que comprometa nuestro valor en términos laborales o medioambientales. La tierra es muy valiosa".
Sherlin Benjamin es candidata a un máster en Política y Gestión Medioambiental especializado en Gestión de la Sostenibilidad en el Middlebury Institute of International Studies de Monterey.
